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Como tercera toma de contacto con la hidratación, vamos a resumir y destacar los apuntes más interesantes de una guída de buenas prácticas que publicó la SEGG.
La ola de calor de 2003, por la cual mucha gente perdió su vida en toda Europa, trajo un punto de inflexión, sobre todo porque no se actuó hasta que una gran cantidad de ancianos murió de deshidratación (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011). La gente mayor fue la mayor damnificada, pero en parte es comprensible, ya que su concentración de agua es del 65% (en la gente mayor que 65 años), frente al 75% de los que son más jóvenes. Ésta perdida acarrea perdida del tejido muscular y perder hueso, grasas y tejidos que unen diferentes partes del cuerpo.
Antes hemos mencionado que en una semana sin beber agua estaríamos muertos, aguantaríamos hasta un mes sin comer. Al fijarnos en las funciones del agua nos damos cuenta de la razón de esa afirmación. El agua transporta fluidos orgánicos, es lubricante de tejidos y articulaciones, habilita el metabolismo de las células, termo regula, nos protege frente a las infecciones y además, es el elemento imprescindible para que ocurran las reacciones químicas. No es poco.
Sin embargo, la necesidad de agua de cada uno cambia, ya que está condicionada por la cantidad de ejercicio físico, la humedad y la altitud, la dieta, las costumbres tóxicas y los problemas de salud. Además, las medicinas, las funciones digestivas, la forma de vestir y las quemaduras tienen mucho que decir en la necesidad de agua (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011).
El equilibrio hídrico o equilibrio del agua también es algo a tener en cuenta, ya que nos conviene tener BH+ o BH, es decir, tener ganancias o estar en equilibrio. La alarma se enciende cuando tenemos BH-, en éste punto tendremos perdidas de agua.
Aunque el daño no es tan grande, mucha gente sana no bebe lo suficiente, y aunque su homeostasis orgánica se rompe, no se deshidratan, ya que se activan los mecanismos de equilibrio . Si la gente sana tiene problemas, piensa lo que tienen que afrontar los que están fuera de forma.
La deshidratación la sufren un 10% de la gente mayor hospitalizada, por tanto está en el TOP 10 de las razones. La tasa de mortalidad suele ser del 70% en la gente de entre 40 y 70 años (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011), y la deshidratación puede ser tanto cuantitativa como cualitativa. Sin embargo, es conveniente diferenciar entre la deshidratación y la hipervolemia, ya que ésta última se basa en la bajada de volumen de las células y en la bajada del sodio y del agua.
Un poco más arriba hemos hablado sobre el equilibrio hídrico y la homeostasis orgánica, así como sobre los mecanismos reguladores. Esa regulación se da mediante el equilibrio interno y externo y los sistemas de control, es decir, mediante las reacciones. En éste último caso, si ocurrieran pocas reacciones, sería indicador de que va algo mal.
El mal funcionamiento de los riñones también tiene sus conclusiones, al tener mucho que ver con la concentración de agua. Con la edad se encuentran dificultades para mantener la concentración de residuos en la orina, y la capacidad para diluir y mantener el sodio también decrece (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011).
Podemos decir que aparte de esa bajada de capacidad de los riñones, las dificultades para realizar tareas simples, la aparición de factores que nos llevan a perder mucho líquido y las características de ciertos fármacos también son factores de riesgos para la hidratación escasa.
Cuando hablamos sobre la deshidratación, hay diferentes causas y tipos. Las causas de la deshidratación son muchas, como por ejemplo, las dificultades para conseguir agua, comer menos, falta de conciencia, bajada de la cognición y el afecto, tener alguna enfermedad en el estomago, altibajos en la sensación de sed, entorno, piel, la forma en la que se hace la digestión y un largo etcétera (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011).
Los tipos de deshidratación, sin embargo, son 5:
-Isotónica: El sodio y el agua disminuyen y la tensión arterial sube.
-Hipotónica: El sodio se pierde más que el agua.
-Hiponatremia grave: cuando el sodio baja mucho en poco tiempo, lo que puedo acarrear vómitos, posibilidad de entrar en coma, tener aflicciones de corazón y la muerte.
-Hiponatremia crónica: cansancio, mareos, dificultades para andar y caídas
-Hipertónica: El agua se pierde más que el sodio. Con la edad sube mucho, es la más peligrosa y un 42% la tiene.
Como tercera toma de contacto con la hidratación, vamos a resumir y destacar los apuntes más interesantes de una guída de buenas prácticas que publicó la SEGG.
La ola de calor de 2003, por la cual mucha gente perdió su vida en toda Europa, trajo un punto de inflexión, sobre todo porque no se actuó hasta que una gran cantidad de ancianos murió de deshidratación (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011). La gente mayor fue la mayor damnificada, pero en parte es comprensible, ya que su concentración de agua es del 65% (en la gente mayor que 65 años), frente al 75% de los que son más jóvenes. Ésta perdida acarrea perdida del tejido muscular y perder hueso, grasas y tejidos que unen diferentes partes del cuerpo.
Antes hemos mencionado que en una semana sin beber agua estaríamos muertos, aguantaríamos hasta un mes sin comer. Al fijarnos en las funciones del agua nos damos cuenta de la razón de esa afirmación. El agua transporta fluidos orgánicos, es lubricante de tejidos y articulaciones, habilita el metabolismo de las células, termo regula, nos protege frente a las infecciones y además, es el elemento imprescindible para que ocurran las reacciones químicas. No es poco.
Sin embargo, la necesidad de agua de cada uno cambia, ya que está condicionada por la cantidad de ejercicio físico, la humedad y la altitud, la dieta, las costumbres tóxicas y los problemas de salud. Además, las medicinas, las funciones digestivas, la forma de vestir y las quemaduras tienen mucho que decir en la necesidad de agua (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011).
El equilibrio hídrico o equilibrio del agua también es algo a tener en cuenta, ya que nos conviene tener BH+ o BH, es decir, tener ganancias o estar en equilibrio. La alarma se enciende cuando tenemos BH-, en éste punto tendremos perdidas de agua.
Aunque el daño no es tan grande, mucha gente sana no bebe lo suficiente, y aunque su homeostasis orgánica se rompe, no se deshidratan, ya que se activan los mecanismos de equilibrio . Si la gente sana tiene problemas, piensa lo que tienen que afrontar los que están fuera de forma.
La deshidratación la sufren un 10% de la gente mayor hospitalizada, por tanto está en el TOP 10 de las razones. La tasa de mortalidad suele ser del 70% en la gente de entre 40 y 70 años (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011), y la deshidratación puede ser tanto cuantitativa como cualitativa. Sin embargo, es conveniente diferenciar entre la deshidratación y la hipervolemia, ya que ésta última se basa en la bajada de volumen de las células y en la bajada del sodio y del agua.
Un poco más arriba hemos hablado sobre el equilibrio hídrico y la homeostasis orgánica, así como sobre los mecanismos reguladores. Esa regulación se da mediante el equilibrio interno y externo y los sistemas de control, es decir, mediante las reacciones. En éste último caso, si ocurrieran pocas reacciones, sería indicador de que va algo mal.
El mal funcionamiento de los riñones también tiene sus conclusiones, al tener mucho que ver con la concentración de agua. Con la edad se encuentran dificultades para mantener la concentración de residuos en la orina, y la capacidad para diluir y mantener el sodio también decrece (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011).
Podemos decir que aparte de esa bajada de capacidad de los riñones, las dificultades para realizar tareas simples, la aparición de factores que nos llevan a perder mucho líquido y las características de ciertos fármacos también son factores de riesgos para la hidratación escasa.
Cuando hablamos sobre la deshidratación, hay diferentes causas y tipos. Las causas de la deshidratación son muchas, como por ejemplo, las dificultades para conseguir agua, comer menos, falta de conciencia, bajada de la cognición y el afecto, tener alguna enfermedad en el estomago, altibajos en la sensación de sed, entorno, piel, la forma en la que se hace la digestión y un largo etcétera (Casado, Garea, Gil, Moreno, Ramos eta Rodríguez, 2011).
Los tipos de deshidratación, sin embargo, son 5:
-Isotónica: El sodio y el agua disminuyen y la tensión arterial sube.
-Hipotónica: El sodio se pierde más que el agua.
-Hiponatremia grave: cuando el sodio baja mucho en poco tiempo, lo que puedo acarrear vómitos, posibilidad de entrar en coma, tener aflicciones de corazón y la muerte.
-Hiponatremia crónica: cansancio, mareos, dificultades para andar y caídas
-Hipertónica: El agua se pierde más que el sodio. Con la edad sube mucho, es la más peligrosa y un 42% la tiene.
Bibliografía
Casado, Á; Garea, E;
Gil, P; Moreno, N; Ramos; P eta Rodríguez, J. Guía
de Buena Práctica Clínica en Geriatría [en
línea]: Hidratacion Y Salud. [Madrid]: Sociedad
Española de Geriatría y Gerontología
(SEGG), 2011. [Consulta: 12-05-2012].
http://www.google.es/urlsa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=4&ved=0CFkQFjAD&url=http%3A%2F%2Fwww.segg.es%2Fdownload.asp%3Ffile%3Dmedia%2Fdescargas%2FGu%25EDa%2520de%2520buena%2520pr%25E1ctica%2520cl%25EDnica%2520en%2520Geriatr%25EDa%2520-%2520Hidrataci%25F3n%2520y%2520salud.pdf&ei=qnHET9GxFpTW8QPcw5HLCg&usg=AFQjCNEnaSYZsq6pv7q6RhmtNazPfvf1gg&sig2=g-y-P6Ys2AWYII5aF85SzA
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