jueves, 18 de junio de 2015

La fuerza de la mente

Hoy en día muchos tipos de problemas pueden azotar nuestro cuerpo: enfermedades de muchos tipos, alergias, infecciones, fracturas de diferentes partes del cuerpo… pero a parte de todas esas hay un órgano muy importante al que todos estos problemas pueden afectar también. Estamos hablando, como no, del cerebro, de la mente humana.

Un político estadounidense citó algo sobre el tema hace mucho tiempo:

Los hombres no son prisioneros del destino, sino prisioneros de su propia mente.”

Este es un tema que, consciente o inconscientemente, afecta a una gran cantidad de personas mayores. Es algo que afecta, tanto a las caídas como al resto de acciones de la vida cotidiana.

Afectar de un modo que, según la escala en la que se de, puede causar muchos trastornos, como la depresión, en la cual se necesita mucha fuerza de voluntad y mucho animo para superarlo.

Según las estadísticas, los miedos y/o preocupaciones que más se han captado de la mente de la mayoría de las personas mayores, generalmente, son las siguientes:

  • Miedo a perder la autonomía: perder movilidad y no poder disfrutar de su vida cotidiana por su cuenta.
  • Miedo a perder la memoria
  • Miedo a padecer enfermedades dolorosas

Por lo tanto, podríamos afirmar que el principal problema de envejecer, está asociado con la pérdida de la independencia y de necesitar cuidados. Debemos tener en cuenta que un elevado porcentaje de mayores tiene personas a su cargo: hijos en casa, cuidar de los nietos o de sus padres o suegros con diferentes grados de dependencia.

Muchas veces se da el caso de que, aunque el cuidado de otras personas, principalmente nietos, puede suponer un aliciente que encaja con la idea de envejecimiento activo, en muchos casos puede suponer una sobrecarga que a partir de ciertas edades los abuelos no pueden asumir.

Por otro lado, al preguntar sobre diferentes enfermedades de riesgo se han obtenido comentarios como los siguientes:

  • Hay poca preocupación sobre enfermedades de riesgo
  • Se debería prestar más atención a enfermedades como el cáncer, a diferencia de otras estacionales que causan dolor o crónicas.
Este dato es importante ya que demuestra el poco conocimiento del riesgo que este tipo de enfermedades suponen a las personas mayores, y explica la baja tasa de vacunación. Desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología señalan que actualmente se vacunan entre un 60 y un 70 % de mayores, cuando la OMS considera que en España el porcentaje de cobertura debería superar el 75% en ese grupo de edad.

La solución para este problema de concienciación se haya en una correcta información por parte de los médicos de atención primaria.
Somos conscientes de que eliminar los miedos y clichés que existen en torno a la tercera edad es un trabajo que requiere tiempo y educación con las generaciones jóvenes. Así que, en nuestro objetivo de transmitir las cosas buenas de hacerse mayor, aquí compartimos 10 motivos por los que envejecer es motivo de celebración y no de tristeza.

1: Envejecer significa seguir disfrutando de la vida
Envejecer significa perder facultades físicas y acostumbrarse a ciertos achaques y dolencias, pero si no pensamos en el miedo a una posible enfermedad (miedo que por otra parte tenemos a lo largo de toda nuestra vida, a cualquier edad), el hecho de que pasen nuestros días sólo quiere decir una cosa: que seguimos vivos. Y éste creemos que es el principal motivo para alegrarnos de envejecer.
2: Envejecer supone disfrutar del tiempo libre
Envejecer se asocia de manera negativa (en la mayoría de los pasos) a la jubilación, que suele afectar de manera negativa a la autoestima por ir asociada a una sensación de inutilidad. Pues bien, ¿por qué no ver la situación desde este otro punto de vista?: la jubilación o eliminación de ese tipo de responsabilidades abre una época de tiempo libre que hay que saber gestionar.
Cuidado, tener tiempo libre no significa aburrirse.
 
3: Envejecer significa seguir descubriendo
La llegada de tanto tiempo libre no puede sino enfocarse hacia nuevos objetivos y nuevos retos. Además de centrarnos en el cuidado de nuestro cuerpo y nuestra salud, ¿por qué no regalarnos aquello que no hemos conocido hasta ahora?
Desde viajar a otros países, hasta aprender a manejar las nuevas tecnologías. Sin prisas y con motivación podremos alcanzar todos esos objetivos que nos propongamos.

4: Envejecer te permite descubrir nuevos pasatiempos
Quizás siempre te gustó leer pero entre el trabajo y la casa no tenías demasiado tiempo para ti. O quizás siempre te gustó la jardinería y la horticultura, o puede que soñaras con construir esculturas y pintar cuadros pero no tenías tiempo ni espacio para practicar.
La tercera edad te permite reencontrarte con esos hobbies que, como venimos diciendo, a partir de cierta edad podemos desarrollar porque desaparecen otras responsabilidades.  El deterioro del cuerpo no permite mantener el mismo ritmo físico que en décadas anteriores pero incluso con movilidad reducida hay muchas actividades que puedes practicar.
 
5: Envejecer es acumular experiencia y recuerdos
Cada momento que vivimos se convierte en recuerdo y por eso debemos esforzarnos en que los recuerdos que nos acompañen sean divertidos, alegres y únicos. Al volver la vista atrás y descubrir que hemos disfrutado nuestra vida entera al máximo sentiremos mucho más orgullo y satisfacción que si nos limitamos a dejar pasar los días.
6: Envejecer es compartir sabiduría
Los años dan experiencia y la experiencia aporta conocimientos. Son muchas las cosas que se aprende a lo largo de la vida y con 70, 80 ó 90 años son muchos los consejos que se pueden aplicar a situaciones de lo más variadas.
Las relaciones intergeneracionales nos permiten mezclar la frescura de la juventud con la experiencia de la vejez, ilusión y sabiduría. Permiten al joven aprender del anciano porque las personas mayores son precisamente un referente de lo que a los jóvenes les queda por aprender.
 
7: Envejecer es formar parte de la historia
Puede sonar algo exagerado pero analizado con paciencia todos los ancianos y ancianos han contribuido a la historia de maneras muy variadas. No hace falta haber sido dirigente político o alto empresario, también las personas de a pie contribuyen con sus gestos y sus decisiones a construir el mundo.
Pensemos en 80 ó 90 años, ¿cuántos cambios sociales ha vivido una persona? El mejor libro de historia son nuestros abuelos, de eso estamos seguros.
 
8: Envejecer es crear tu propio futuro
Cuando se llega a la vejez (aunque nadie puede definir el momento exacto en que pasamos a formar parte de la tercera edad) en nuestra mano está mantener la imagen del anciano que viene persiguiendo a este colectivo, o romper precisamente con el estereotipo de los “ancianos” reivindicando que la edad no es sinónimo de enfermedad.
 
9: Envejecer es dejarse cuidar
¿No nos pasamos gran parte de nuestra vida quejándonos de las obligaciones diarias que resultan estresantes y cansinas? La tercera edad se presenta así como un momento ideal en el que delegar algunas de esas obligaciones o responsabilidades y permitir a otros que nos ayuden en aquello en lo que no podamos.

Lejos de ser un motivo de vergüenza o de orgullo herido, aceptar las propias limitaciones y contar con la ayuda de otros demuestra madurez y aceptación de la situación.
 
10: Envejecer es superar nuevos retos
En la infancia cada nuevo juego entraña una tremenda dificultad que con mucha energía constancia podemos superar. La adolescencia, ese multicolor y cambiante período de nuestra vida, está llena de tremendos cambios a los que adaptarse. La juventud que conlleva la toma de decisión y la consecución de objetivos cada vez más graves.

Después de todas estas etapas vividas, la vejez es el tramo del camino en el que pasear con tranquilidad pero sin aburrimiento. Adaptarse a los cambios del cuerpo, a los cambios sociales y personales, es todo un trabajo de resiliencia que exige esfuerzo y fortaleza.


Entrenando la vitalidad y la curiosidad, todos los retos que te plantees (a los 9 o a los 90 años) serán una fantástica motivación para seguir mirando al futuro.